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Comer más alimentos ricos en omega 3 podría reducir el riesgo de Alzheimer, según un estudio

Consumir alimentos ricos en ácidos grasos omega 3 podría proteger de la enfermedad de Alzheimer, sugiere una investigación reciente.

El hallazgo proviene de un trabajo llevado a cabo en alrededor de 1,200 pacientes libres de demencia y mayores de 65 años. Todos se sometieron a pruebas de sangre para evaluar los niveles de una proteína clave asociada con el Alzheimer tras proveer a los autores del estudio con detalles sobre su dieta que se remontaban durante más de un año.

«Investigaciones anteriores han mostrado que, en esta población, unos niveles más altos de proteína beta amiloidea parecen relacionarse con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer», señaló la autora del estudio Yian Gu, científica investigadora asociada del Instituto Taub de Investigación en Enfermedad de Alzheimer y Envejecimiento Cerebral de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York. «Deseábamos intentar averiguar si lo que comemos puede afectar esos niveles».

Gu añadió que «solo consideramos el contenido nutricional de omega 3 en las dietas [de los participantes del estudio] porque nuestros estudios anteriores mostraron que la dieta mediterránea (caracterizada por pescado, frutos secos, verduras y una menor ingesta de carne roja) se asociaba con un menor riesgo de Alzheimer. Y esta vez, cuando medimos los niveles de beta amiloidea en su sangre, que son representativos de lo que hallaríamos en el cerebro, encontramos que mientras más contenido de omega 3 había en la dieta, menores eran los niveles de beta amiloidea».

Gu y colegas discutieron la posibilidad de que los adultos mayores quizás puedan comer para reducir su riesgo de Alzheimer en la edición en línea del 2 de mayo de la revista Neurology.

Los autores anotaron que investigaciones anteriores, que incluyen las suyas, han hallado una asociación posible entre el consumo de ciertos alimentos y un menor riesgo de demencia. Sin embargo, el motivo exacto de que sea así no ha estado claro.

Para arrojar cierta luz en el misterio, el equipo se enfocó en adultos mayores que residían en la parte norte de Manhattan, en la ciudad de Nueva York. Todos se habían sometido a pruebas neurológicas y cognitivas, y solo los que estaban libres de demencia se incluyeron en el análisis actual.

Los sujetos completaron cuestionarios alimentarios que se remontaban en promedio 1.2 años, con un enfoque en el consumo de diez nutrientes específicos que, según citaban investigaciones anteriores, quizás tienen un impacto en la salud del cerebro.

Los nutrientes incluían los ácidos grasos saturados, los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y omega 6, los ácidos grasos monoinsaturados, la vitamina E, la vitamina C, el beta caroteno, la vitamina B12, el folato y la vitamina D.

El equipo señaló que en el análisis dietario se incluyó la ingesta de nutrientes en forma de alimentos, no como complementos.

El resultado: las pruebas de sangre revelaron que, independientemente de la edad, el sexo, la etnia y los antecedentes educativos, mientras más ácidos grasos omega 3 consumían, menores eran los niveles de beta amiloidea hallados en la sangre.

El equipo observó que los ácidos grasos omega 3 se consumían principalmente en las formas de pescado, aves, margarina, frutos secos y aderezos de ensalada.

Catherine Roe, profesora de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis, alabó el esfuerzo como «una magnífica línea de investigación».

«Por supuesto, hay que investigar mucho más», advirtió. «Se trata de una asociación. No es causal. Y se basa en la ‘hipótesis amiloidea’, de que los niveles de amiloidea se asocian de hecho con el riesgo de Alzheimer, que es una hipótesis, no un hecho sólido».

«Pero en este momento… parece que las personas que tienen niveles anómalos de beta amiloidea en el líquido cefalorraquídeo son más propensas a desarrollar enfermedad de Alzheimer», anotó Roe. «Cada vez nos damos más cuenta de que el Alzheimer no es simplemente una consecuencia de los genes, sino de que probablemente también haya factores ambientales que sean importantes. Esto plantea la emocionante posibilidad de que se podría influir sobre las probabilidades de desarrollar enfermedad de Alzheimer mediante la dieta».

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

FUENTES: Yian Gu, Ph.D., associate research scientist, Taub Institute for Research in Alzheimer’s Disease and the Aging Brain, Columbia University, New York City; Catherine Roe, Ph.D., instructor, neurology, Washington University School of Medicine, St. Louis; May 2, 2012, Neurology, online

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