Según un estudio reciente, el riesgo de enfermedad cardíaca de un hombre después de los 40 años podría estar relacionado, al menos en parte, con las dimensiones del cuerpo de su madre y el tamaño de la placenta cuando él nació.
«Una enfermedad crónica es el resultado de la nutrición de la madre a lo largo de su vida y del crecimiento temprano de su hijo», comentó en un comunicado de prensa de la Sociedad Europea de Cardiología el autor principal del estudio, el Dr. David Barker, profesor de epidemiología clínica de University of Southampton en el Reino Unido. «No es simplemente una consecuencia de malos estilos de vida en las etapas avanzadas de la vida. Más bien, es un resultado de las variaciones en los procesos normales del desarrollo humano».
Barker, quien también es profesor de medicina cardiovascular de Oregon Health and Science University, y sus colegas, informaron del hallazgo en línea el 1 de junio, en European Heart Journal.
Las indicaciones de la influencia materna sobre el riesgo de enfermedad cardíaca de la descendencia masculina parten de un análisis en el que se incluyeron a casi 7,000 hombres finlandeses nacidos en Helsinki entre 1934 y 1944.
En aquel entonces, los registros de nacimiento incluían anotaciones sobre el tamaño del bebé, las dimensiones de la superficie de la placenta, y otra información acerca de la edad, de la estatura y del peso de la madre, así como de los embarazos previos. (La placenta un órgano temporal que reviste el útero y alimenta al bebé en la matriz se expulsa en el parto).
Los investigadores hallaron que el riesgo de enfermedad cardíaca masculina en la edad adulta tardía parecía aumentar entre:
Los hombres cuyas madres eran bajas, tenían su primer embarazo y presentaban placentas relativamente ovales (lo que indica que el desarrollo de la placenta se había interrumpido).
Los hombres cuyas madres eran altas y recias, y tenían placentas relativamente pequeñas (lo que podría haber limitado el crecimiento del bebé a la mitad de la gestación).
Los hombres cuyas madres eran altas y tenían un índice de masa corporal (IMC) menor del normal, y cuyas placentas eran pesadas en relación con el peso al nacer (el IMC de la madre sugiere que su nutrición fue deficiente durante el embarazo, explicó Barker).
Independientemente de la combinación en juego, aquellos hombres con la mayor probabilidad de desarrollar enfermedad cardíaca en la adultez solían ser relativamente delgados al nacer. Este hecho, según los autores, era un indicador de que la desnutrición era un factor al nacer.
«Por primera vez, hemos sido capaces de mostrar que una combinación de las dimensiones del cuerpo de la madre, y la forma y el tamaño de la superficie de la placenta predicen la enfermedad cardíaca posterior», comentó Barker.
De cara al futuro, el equipo de investigación pretende estudiar el desarrollo anormal del corazón al examinar los hábitos alimentarios de las mujeres embarazadas y las características corporales, junto con los patrones de crecimiento prenatal y los tamaños de la placenta al nacer.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTE: Comunicado de prensa de la Sociedad Europea de Cardiología, 1 de junio de 2011